jueves, 6 de abril de 2017

Huellas de Madre Clara


LAS GRANDES HUELLAS QUE DEJASTE MADRE CLARITA




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Nuestra Madre Clara nos demostró que la mujer cristiana está destinada por Dios mismo para fines Santos y elevados, ella dirigia a este punto nuestros esfuerzos y ruegos al Señor para que nos digne de concedernos la dicha de que, las que como niñas de hoy,salgan de esta su humilde casa para convertirse en otras tantas matronas, verdaderos apóstoles de toda virtud.

En nombre del infinito agradecimiento de todo lo que nos ha dejado la querida Madre Clara, deberíamos en cualquier momento del día, junto tus compañeras, en clase con tus maestros ,hasta en los momentos más difíciles que estes pasando por los cuales necesites una luz que te ilumine y te de la fuerza para que sigas adelante y dejes tus huellas como las que Madre Clara ha dejado a lo largo de su virtuosa, recta y ejemplar vida.Reza o recítale este pequeño pero significativo poema.


Caminante, son tus huellas

el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

Madre Clarita y el Espiritu Santo



MADRE CLARA MARÍA QUIRÓS

Y LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU.

Recuerdo que en el año de mi Noviciado se nos enseñaron algunas técnicas de meditación en un libro llamado “Caminos de Libertad”. Una de esas técnicas, el libro estaba muy influido por la espiritualidad oriental, consistía en fijar la mirada atenta en una fotografía de un paisaje o de una persona, eso conducía a crear una relajación mental y espiritual que favorecía la meditación y la oración. El otro día contemplaba de modo receptivo una fotografía de Madre Clara María, Me centré casi exclusivamente en su mirada.
Sin duda era una mirada profunda, clara, transparente, pero sí es cierto eso que dicen que la mirada es ventana del alma, en esa mirada había algo más…
Lo primero que se me vino a la mente fue la Bienaventuranza proclamada por el Señor Jesús: ¡Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios!
Naturalmente de esa limpieza del corazón a la que se le promete la visión beatífica nos hablan los ojos de Madre Clara.
MADRE CLARITA
Su mirada habla de los frutos del Espíritu que, en oposición a los frutos de la carne, nos habla San Pablo en su hermosa Carta a los Gálatas.
“Los frutos del Espíritu es caridad, alegría, paz, comprensión de los demás, generosidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí mismo. Estas son cosas que no condena ninguna ley.”  (Gál 5, 22-23)
En algunos sitios el Evangelio habla de que es necesario dar frutos que hemos de dar para alcanzar la vida eterna.  Esto aparece claro en la enseñanza de Jesús sobre la Higuera Estéril y en la Parábola de La Vid y los Sarmientos.
La importancia de los frutos, que en otra parte se llaman frutos de conversión (Mt 3,8), es destacada en el Evangelio de San Juan, cuando compara al cristiano que ha sido injertado en Cristo con los sarmientos y Jesús con la vid que los alimenta y sostiene. “Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Toda rama que no de fruto la corta. Y todo sarmiento que no de fruto lo limpia para que dé más fruto.” (Jn  15, 1-2) La misericordia y la paciencia de Jesús quedan patentes en el relato de la “Higuera que No Da Fruto”: “Un hombre tenía una higuera que crecía en medio de su viña. Fue a buscar higos, pero no los halló. Dijo entonces al viñador: mira hace tres años que vengo a buscar higos a esta higuera, pero nunca encuentro nada. Córtala, porque está consumiendo la tierra inútilmente. El viñador contesto: Señor, déjala un año más y mientras tanto cavaré alrededor y le echaré abono. Puede ser que así de fruto y, sí no, la cortas. (Lc 13, 6-9)
En esto de dar frutos, no es tan importante la cantidad, 100%, 60% o 30 %, sino la calidad de la tierra. El sembrador siembra la semilla, el fruto depende de la bondad o maldad de la tierra. Es decir, los frutos del Espíritu dependerán de que lo dejemos actuar en nuestra vida. (dejarse guiar por el Espíritu). Sin nuestra colaboración, el Espíritu es como un pájaro con las alas atadas que no puede remontar el vuelo.
La Escritura, lógicamente, no se preocupa de dar definiciones ni siquiera aproximaciones conceptuales, por eso acudimos al Catecismo de la Iglesia Católica en busca de ella. El número 736 nos  dice: “Gracias a este poder del Espíritu Santo los hijos de Dios pueden dar fruto. El  que nos ha injertado en la Vid verdadera hará que demos  el “fruto del Espíritu que es caridad, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza….”
  De modo que los frutos del Espíritu es el resultado de la acción de Dios en nosotros. Hemos sido destinados a producir estos frutos, tal como lo dice Jesús en el Evangelio: “Os he destinado para que deis fruto, y vuestro fruto permanezca.” (Jn 15, 17)
Los frutos del Espíritu Santo tienen una clara perspectiva de plenitud escatológica. Es el famoso árbol de la vida que estaba en el centro del Jardín del Edén, frutos del Espíritu es sinónimo de vida verdadera, también el Profeta Ezequiel, al describir el nuevo templo de Jerusalén, habla de los árboles plantados a la orilla del torrente de agua viva que brota del templo, nos dice que sus hojas siempre están verdes y producen fruto todo el año: “En los márgenes del torrente, desde principio a fin, crecerán toda clase de árboles frutales; su follaje no se secara, tendrán frutas en cualquier estación. Producirán todos los meses, gracias a esa agua que viene del santuario. La gente se alimentará con sus frutos y sus hojas les servirán de remedio.” (Ez 47, 12)
En la vida de Madre Clara María podemos ver operantes, lejos de teorías, los frutos del Espíritu Santo en nuestra vida cotidiana.. Es más, podemos decir que su vida entera es un dejarse guiar por el Espíritu Santo, demostrando una vez más su condición de hija por el espíritu de adopción que hemos recibido.
Al hablar de frutos del Espíritu, San Pablo, no los enumera taxativamente, es decir, no debemos suponer que sólo esos dones que menciona existen. El Espíritu Santo es libertad, por eso el Nuevo Testamento lo compara con el viento “que lo sentimos soplar pero no sabemos adónde va ni de dónde viene”.
La conclusión que se impone es que hay incontables frutos del Espíritu, pero no debemos aceptar como tales sino aquellos que han sido debidamente comprobados por la comunidad. ¿Ese don te trae paz espiritual?
Los dones del Espíritu han de ser contextualizados dentro de la tensa lucha entre la carne y el espíritu para ser bien comprendidos. Dice San Pablo a los Gálatas: “Los que pertenecen (subrayo la palabra pertenecen) a Cristo Jesús han crucificado la carne con sus impulsos y deseos. Sí ahora vivimos según el espíritu, dejémonos guiar por el Espíritu…” (Gál. 5, 24-25)
De tal modo que entre más nos dejemos guiar por el Espíritu más iremos progresando en nuestra vida espiritual. Porque Al encontrar una persona dócil a sus mociones el divino Espíritu va aumentando sus gracias, porque al tiene mucho más se le dará, pero al que tiene poco se le quitará hasta lo que cree tener.
Es evidente que la gran inspiración del Espíritu a Madre Clara María es la fundación de las Carmelitas de San José, pero a nivel más personal la podemos descubrir como una mujer llena del Espíritu. Los Fundadores de Institutos Religiosos fueron y son hombres y mujeres llenos del Espíritu.
Releyendo, desde esta perspectiva, a las biógrafas primeras de Madre Clara María, nos hablan de los frutos del Espíritu, como de las virtudes que adornaron la vida de la Sierva de Dios, pero nosotros sabemos por experiencia que “Sin Cristo no podemos dar frutos” (sinne me nihil potestis facere). El salmo 85 lo afirma claramente cuando dice: “El Señor dará la  lluvia y nuestra tierra dará sus frutos”.
Sin duda los frutos del Espíritu suponen como base una vida entera de mortificación. No se suele hablar de la vida ascética de Madre Clara María, como tampoco se hace de su vida mística, pero su actitud de abnegación hemos de suponerla cuando contemplamos sus frutos ubérrimos, porque el árbol malo no puede producir frutos buenos.
Flor-61
Entre las actitudes que Madre Genoveva del Buen Pastor y Madre Magdalena del Sagrado Corazón recuerdan de forma especial en Madre Clara destacan su caridad universal, lo mismo ayuda a hombres y mujeres, a niños en peligro moral de corrupción y a  niñas, a justos y pecadores, todos tienen cabida en su inmenso corazón de madre, también se resalta su alegría o gozo espiritual que no es la alegría superficial de las personas, sino el saber en su interior que en esperanza está salvada. El perfecto amor excluye todo temor, siempre hemos reparado con admiración en su actitud ante la muerte. Después de un ataque al corazón les dice a sus hermanas: ¿por qué no me dejaron ir? Y cuando ya enferma seguía trabajando le decían sus hermanas: ¡Madre, descanse!, solía responder con naturalidad: mi descanso será en el cielo.
Dirá Madre Genoveva del Buen Pastor, refiriéndose a las primeras Carmelitas de San José que eran verdaderas maestras de virtudes, yo simplemente diría que estando tan próximas a la Fundadora y al big bang fundacional constituían un grupo de mujeres abiertas al Espíritu. Al escrito de Madre Genoveva yo le llamo las verdaderas florecillas de Madre Clara, en recuerdo de Tomás Celano primer biógrafo de San Francisco de Asís.
Sus disposiciones espirituales, frutos y virtudes, nos dirá Madre Magdalena Barreto, hacen a Madre Clara María una de esas personas que atraen: “El orden, la alegría, la sinceridad y franqueza, el buen trato y la sensibilidad….”.
“…Era muy humilde y sencilla y amante de la vida fraterna…”
“Trabajaba día y noche y no por eso dejaba sus prácticas de piedad, que era el pan que la robustecía y la sostenía.”
Continúa Madre Magdalena: “De ahí, el género de vida que abrazó, sobrio, austeroy espíritu de servicio incondicionalmente…..”
Sin embargo, el fruto del Espíritu que más llama la atención en Madre Clarita es su tremendo equilibrio personal, la armonía entre su vida individual y su vida comunitaria, la madurez con que asume su pasado, la confianza en Dios con que mira al futuro, en una palabra el realismo y la ponderación que manifiesta en su vida entera.
Dominio de sí misma, bondad, generosidad, mansedumbre, de todos esos frutos del Espíritu podemos hallar ejemplo en su vida, pero exceden los estrechos límites.

lunes, 3 de abril de 2017

Centenario De La Fundación De Madre Clarita


La Obra de Madre Clarita cumple 100 Años de Fundación

CENTENARIO2

La Congregación de Carmelitas de San José fundada por la Sierva de Dios Madre Clarita cumple 100 años de existencia, ella dijo: “Si yo me he equivocado al morir, esta comunidad se disolverá como la sal en el agua, pero, sí es obra de Dios, perdurará a pesar de los ataques del enemigo”.
Cumplir 100 años de fundación es prueba de que ésta es obra de Dios. Una obra que inició en El Salvador y se ha extendido a 14 países. Por lo cual en acción de gracias al Señor se inició un Año Jubilar el 14 de octubre del 2015 con una solemne eucaristía presidida por el señor Arzobispo Monseñor José Luis Escobar Alas, en el gimnasio del Colegio Belén a las 10:00 a.m.
Cabe recordar que Madre Clarita murió un 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, fecha que el Papa Francisco ha señalado para la apertura del Año de la Misericordia. Por todo esto damos gracias a Dios. 


Madre Clarita Su Obra




Madre Clarita – Su Obra


Lo grande de esta mujer es que – abandonada por su esposo – se inclina por su Dios, que es Amor, por su Hijo Jesucristo presente en la tierra en la Eucaristía, el Sacramento del Amor, y por la Madre de Jesús bajo la tierna advocación de los Dolores, que secaría sus lágrimas, y del Carmen, la Madre que la recibe el día de su Bautismo.
Es su gran acierto volver a encontrar el AMOR con mayúsculas, en Dios y en su Madre, en recompensa de otros muy tiernos y humanos para una mujer, nacida para ser amada.
Resultado de imagen para IMAGENES DE MADRE CLARITA SOBRE LA OBRAEn 1873 se alista a la Cofradía del Carmen; en 1887 toma el hábito de la Tercera Orden; en 1889 profesa como Hermana y es la única que emite la profesión Carmelitana de entre los centenares de Hermanas y Hermanos que se citan en el catálogo de la Asociación, lo cual descubre la altura de sus ideales y la seriedad de su incorporación a la Tercera Orden, asumida radicalmente. Su futuro Carmelitano se proyecta  en el horizonte.

jueves, 16 de febrero de 2017

Madre Clarita

Clara del Carmen Quirós, Fundadora
( Pbro. Albero Barrios Moneo. Claretiano)
La Fundadora de las Carmelitas de San José es salvadoreña, de San Miguel, donde nace en 1857. En el nombre que le imponen el día de su Bautizo, 31 de octubre de 1857, Clara del Carmen, hubiera leído cualquier “vidente” de media estatura su porvenir. Será Fundadora, como Clara de Asís, en cuyo día abre los ojos a este mundo, y de un Instituto Carmelitano, las Carmelitas de San José.
Ella – Clara – envuelta en una pobreza efectiva y afectiva, particularmente fue raptada por su propio padre Daniel Quirós, cuando contaba con tres años. Se sabe que su madre – Carmen López- la casa con un hombre que frecuentaba la casa – Félix Alvarado – que se firma “Profesor de Ciencias y Letras”, pero que resulta un incompetente para la vida. Con solos quince años Clarita desconoce la sicología varonil. Fue aquella boda un fracaso de la mamá y una irresponsabilidad de Félix. Pasa la vida en Nueva San Salvador. Llegaron sus seis hijos. Los dos últimos volaron pronto al cielo.
Los otros tres primeros se recuerdan todavía en la historia de El Salvador: Carmen, casada con Recaredo Gallardo, Ministro de Hacienda del Presidente Romero Bosque, Gertrudis casada con Godofredo Arrieta Rossi, Gobernador y gran Médico y Cirujano; y Alfredo.
Sólo Cipriano, que hereda la “mal cabeza” de su abuelo Daniel y de su padre Félix, motivó días muy amargos a su madre.
Lo grande de esta mujer es que – abandonada por su esposo – se inclina por su Dios, que es Amor, por su Hijo Jesucristo presente en la tierra en la Eucaristía, el Sacramento del Amor, y por la Madre de Jesús bajo la tierna advocación de los Dolores, que secaría sus lágrimas, y del Carmen, la Madre que la recibe el día de su Bautismo.
Es su gran acierto volver a encontrar el AMOR con mayúsculas, en Dios y en su Madre, en recompensa de otros muy tiernos y humanos para una mujer, nacida para ser amada.
En 1873 se alista a la Cofradía del Carmen; en 1887 toma el hábito de la Tercera Orden; en 1889 profesa como Hermana y es la única que emite la profesión Carmelitana de entre los centenares de Hermanas y Hermanos que se citan en el catálogo de la Asociación, lo cual descubre la altura de sus ideales y la seriedad de su incorporación a la Tercera Orden, asumida radicalmente. Su futuro Carmelitano se proyecta en el horizonte.
No falta en su alma un amor entrañable a la Madre Dolorosa, ante cuyo corazón destrozado necesita recogerse. En diferentes años aparece como la Tesorera de la Cofradía fundada en 1884 en Nueva San Salvador.
Su Cristo Sacramentado le atrae irresistiblemente desde que experimenta la inestabilidad del amor humano y durante años, a partir de 1889 funge como Secretaria de la Guardia de Honor del Santísimo Sacramento. Consecuentemente su respeto por los Obispos y Sacerdotes se deja notar en las Parroquias de la Concepción y del Carmen de Nueva San Salvador, en el Seminario, con los Salesianos y Jesuitas.
Clara aparece en primera línea en toda obra apostólica, parroquial y diocesana. Es la impulsora y el alma, la promotora de los Ejercicios Espirituales, Socia Activa de la Sociedad Católica de San Vicente de Paúl y de la Hermandad del Carmen. Está siempre al lado de la Jerarquía Eclesiástica en los peores conflictos sociales y de la Escuela Católica. Es un gran apóstol social femenino.

Para solventar sus carencias económicas abre una agencia de “Bienes y Raíces” y detalle el más original de su vida, por el que será – no lo dudamos – declarada en su día la Patrona ante Dios de quienes se dedican a semejante servicio en la Sociedad.